Mágico cielo de pasión
ardiente,
mudo testigo de un amor
distinto
que apagado ya el fuego del
instinto
aún quema el corazón
oscuramente.
Ecos de tí que en mí viven
latentes,
en la bruma de
pasado extinto
que arrastra ¡oh torbellino!
al laberinto
la plenitud mentida del
presente.
Su cárcel fue el mañana
prometido
que en el lecho de espigas
engendramos,
esta terca pasión que da
sentido
a la vida que exulta en todos
lados,
negra flor que en tu vientre
condenamos
amándonos sin tregua
esperanzados.
Manuel
M. Eidán y Maryte
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